Se buscan canchas de fútbol

El otoño nos trae junto con la infalible caída de las hojas y el obligado cambio de clima que nos lleva a desempolvar el viejo abrigo, las emociones de la liguilla emelesera y la culminación de una temporada más en el fútbol profesional estadounidense con la disputa de la Copa MLS, que este año, por cierto, nuevamente estrena estadio.


Pero siguiendo los juegos de ida de los playoffs el pasado fin de semana, también se repitieron imágenes dolorosas y no precisamente las del más reciente huracán que hizo trizas el abecedario y el almanaque en esta temporada y arrasó algunas regiones cercanas a nuestro corazón.


No, se trata de otra clase de imágenes, que no por haber sido parte del crecimiento de la liga en sus diez años de existencia, dejan de ser menos detestables y que en una percepción muy personal, pasan en una repetición, en cámara lenta, como la visión de una pesadilla.


Me refiero a los escenarios donde se disputaron los juegos, canchas mancilladas por el pintarrajeo oprobioso, insultante, dejado en forma inexplicable por la feligresía de otras parroquias, y que tanto denigra a nuestro deporte.


Marcas cuya notoriedad y prominencia no sólo lastiman la sensibilidad del buen aficionado al fútbol, sino que se convierten en una enorme distracción para los propios futbolistas y en un motivo adicional para que nuestros beneméritos colegiados incurran, con un justificado argumento, en adicionales errores de apreciación.


El tema no deja de ser inquietante, porque ya no sólo se trata de los escenarios donde la MLS aparece con varios de sus clubes como inquilinos de tercera, sino que en otras instancias donde se han dado también casos de profanación de templos futbolísticos en aras de vulgares, mundanales debilidades y desviaciones comerciales.


Un caso reciente sucedió con el Estadio Azteca de la capital mexicana, patrimonio del balompié universal, por haber albergado dos finales de Copas Mundiales y por ser considerado uno de los mejores estadios de futbol en el mundo, cuyo césped sagrado fue también manchado por la pintura del imperialismo de la NFL.


También la ilustre Champions League de la UEFA nos mostró en fechas recientes que ni tan siquiera en el famosísimo Old Trafford, el denominado "Teatro de los Sueños", uno de los estadios más famosos del mundo, está exento a las vejaciones de otras disciplinas, pues durante un juego del Manchester United en la más destacada competencia de clubes en el mundo, la Liga de Campeones, había claras marcas de alguna conspiración contra nuestro deporte amado por parte del rugby.


Pero lo verdaderamente intolerable ocurre en nuestro propio patio, porque el calendario de la postemporada de la MLS termina por enredarse con la campaña regular de esa otra liga, National Football League (NFL), que hasta intenta agenciarse el nombre de nuestro pasatiempo favorito.


Porque, la verdad, da pena ver toda esa numeralia, los símbolos y nombres con letras gigantescas ensuciando nuestras canchas.


Que esos gruesos bloques de pintura blanca obliguen a que la demarcación de nuestro futbol se haga con un amarillo tan pálido que no se sabe donde termina un área, el semicírculo o la línea de meta.


De ahí la importancia que cobra el hecho de que cada día más equipos de la MLS vayan agregándose a lista de quienes tienen casa propia y que la historia contará que en las últimas cinco ediciones de la disputa del título de campeón, incluyendo la del 2005, cuatro se hayan celebrado en estadios construidos específicamente para la práctica del fútbol.


Bienvenido Frisco, Bridgeview, Harrison, lo mismo que la nueva casa de los Rapids o del Real Salt Lake y hasta Toronto, Cleveland, o el mismo América, siempre que cuenten con estadio propio para fútbol.


Porque eso también permitirá que eventualmente ningún equipo tenga conflicto de fechas para programar sus juegos y que, si algún día a los dirigentes de nuestro fútbol los irradia la luz divina del conocimiento y la sensatez balompédica, logremos tener una final al estilo convencional, con juegos de ida y vuelta, en la casa de los finalistas.


Rigo Cervántez es un conocido periodista con más de 20 años de experiencia, trabajando con medios de renombre como Televisa y La Opinión. Este artículo no fue sujeto a la aprobación de la Major League Soccer o sus clubes.